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viernes, 27 de junio de 2008

Tlapalería

En México, se les llama Tlapalerías y están pintadas de amarillo cadmio marca Optimus.

Se define a un adulto, como un ciudadano que, de las treinta funciones de un reloj digital, sólamente sabe usar cuatro, pero que, a cambio, todavía sabe usar un martillo para poner un clavito donde colgar un cuadro, tarea que recibe el autorrealizador nombre de "do it yourself".

Se define a un adulto en una tlapalería como un ciudadano tímido que sabe pedir un martillo pero no sabe si de bola o de uña, de tapicero o talabartero, o de hojalatero. Afortunadamente, se define a un vendedor de tlapalería (o tlapalero) como un ser capaz de explicar a una señora (en femenino, en razón de que somos las que mejor vencemos la timidez en este tipo de casos) que solicita "una cosita así de fierrito que tiene como un palito que da vueltas", y el vendedor, tlapalero quedamos, sabe exactamente cual de los muchos tipo de prensa, es la que busca.

La diferencia entre el comprador y el vendedor es que pertenecen a diferentes épocas de la historia. El comprador era, se nota, del siglo veinte, mientras que el vendedor, habita un mundo que acabó en el siglo diecinueve. Lo que es cierto es que los intrumentos que se venden en las tlapalerías son objetos que vienen de otros siglos, por lo que parecen respirar otra atmósfera y moverse en las vidas cotidianas de otras gentes que tenían otras ocupaciones, y otros motivos, y usaban otras palabras, y tenían otra vida, otro sabor y otro...¿?.

Son de cuando los albañiles se llamaban alarifes, y que ocupaban su cuchara, cinceles y plomadas, como actualmente se siguen ocupando. De cuando los carpinteros, eran pintores de carreta (car-pintero), pero ya usaban las mismas escofinas y limas (gradación de ésta: fina, segunda y bastarda), formones y gubias, biseles, escuadras, serrotes y serruchos. Solicitar un escochebre, se siente bonito.

Se dice que Miguel Angel pulió su David con una piel de pescado que se llamaba lija (o cazón) aunque algunos eruditos en la materia, recomendaban para tan noble fin, la piel de foca, muy parecida a la lija de agua marca Fandelli. y así como comprar una lija, uno también puede comprar un perico o un diablo, y de hecho nadie te mirará de reojo si pides un mandril (aunque tendrás que saber si para taladro o berbiquí), una chancla, o unas fresas, si acaso pides una marrana, te preguntarán de cuantos kilos.

Una tlapalería es un depósito de memoria colectiva, porque utilizar una herramienta implica meterse en una manera de vivir, de apretar la mano, de conectarse con la realidad, de percibir el tiempo, de olerlo, de disfrutarlo. Uno clava un clavo y se machuca el dedo igualito que Brunelleschi. Apretar un tornillo no es erudición, sino conmemoración de una sociedad que hacía las cosas más lentas y más sólidas.

Se define a un joven como un ciudadano que ya no sabe usar un martillo, pero a cambio conoce todas las funciones de su reloj digital, de manera que el siglo veintiuno puede prescindir fácilmente de las tlapalerías, toda vez que ya nadie está interesado en saber un oficio, que consiste en "hacer cosas", sino en tener una profesión, que consiste en "hacer actividades", es decir, traer cuello blanco, manos limpias, transportar información de ningún lado a ningún otro, ya que se realiza en un espacio virtual, donde la única memoria que importa es el RAM.

Por eso las tlapalerías, están siendo sustituídas por tiendas de artículos para oficina, donde se venden clips, charolas para los documentos, y trituradores y botes de basura, precisamente, para los mismos documentos. Lo curioso es que la principal queja por la que se visita alos sicólogos actualmente, es que al final del día, y de la vida, de paso uno acaba con las manos limpias, y vacías. Y los sicólogos mandan como terapia hacerun trabajo manual, como enmarcar cuadros, y a que compre un martillo de uña y una prensa como la de la señora, ¿A dónde creen?....

Besitos,

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, soy Hades en el foro sin nombre y sy novata. Me fije que decias que nadie vistaba tu blog y entré para saludarte. Oye ¿cómo se hace uno de estos blogs?

Unknown dijo...

Gracias por subir (a pesar de que sea supuestamente con tu autoría) este texto del Dr. Pablo Fernández Christlieb. Necesitaba exactamente este para terminar un artículo. Aunque no seas díscola. Al César lo que es del César